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Capitán Santiago Cortés González, héroe laureado de la Guardia Civil

“La Guardia Civil muere pero no se rinde”

Murió, junto a muchos de sus compañeros, en la heroica defensa del Santuario, fusil en mano: “prefiero morir a convivir con la canalla roja”.

Esta es la historia del capitán Cortés de la Guardia Civil

La situación del Orden Público antes del estallido de la guerra civil. Julio de 1936

Antes del estallido de la guerra civil de 1936 el ambiente social en España era irrespirable. La República, dirigida por una coalición de izquierdas frente populista, victoriosos tras unas elecciones de dudosa legalidad, mandaban por aquellos tiempos todas las instituciones del Estado, incluida, como no podía ser de otra manera, la Guardia Civil. 

Los periódicos, censurados por el propio Gobierno de la Republica, ocultaban numerosos problemas de orden público y la inestabilidad social era generalizada en todo el territorio nacional. 

En el parlamento español muchos diputados daban la voz de alarma, como el jefe de la oposición (asesinado al poco tiempo, por la escolta policial del Presidente del Gobierno de la República), y exigían continuamente el restablecimiento del orden en las calles. Eran diarios los tiroteos de pistoleros izquierdistas o derechistas, las quemas de iglesias y conventos por turbas descontroladas o la ocupación de propiedades, tierras y latifundios. Las huelgas eran constantes y las persecuciones, los asesinatos, las agresiones, el pillaje y las palizas a los adversarios políticos eran el pan de cada día.

Quema de iglesias y conventos en Barcelona durante la Segunda República

La obstaculización del Gobierno al restablecimiento del orden público.

En medio de toda esta anarquía se encontraba la Guardia Civil, principal fuerza de orden público en España (34.000 efectivos perfectamente organizados y disciplinados), que junto con la recientemente creada Guardia de Asalto (menos numerosa e identificada plenamente con las izquierdas) permanecían acuartelados o en tensa situación de espera. Ambos cuerpos policiales tenían instrucciones que les llevaban a no actuar y a mantenerse pasivos ante los desordenes.

Las ordenes que emanaban de las autoridades provinciales y estatales iban en contra de los principios institucionales y valores del Cuerpo. El proteger a las personas y las propiedades había pasado a un segundo plano. En este estado de cosas, los guardias civiles veían con impotencia como se les impedía el ejercicio de su función, comenzando en todos los lugares a reinar la anarquía y la ley del más fuerte.

asesinato en las calles de Barcelona.

El aparato del Estado al servicio de los alborotadores.

Las autoridades de las Segunda Republica española, presas de sus alianzas políticas de las que dependían para poder seguir manteniéndose en el poder, eran especialmente benévolas cuando se trataban de desordenes o asesinatos ocasionados por grupos de izquierda. En cambio, en el momento que se producía la más mínima concentración de derechistas, monárquicos o de falangistas (grupo que empezó a crecer exponencialmente ante la pasividad por el restablecimiento del orden), la fuerza pública recibía ordenes de actuar con toda contundencia. 

Refiere el diario ABC de varios muertos. La censura omite que fue la propia Guardia de Asalto la que mató a cinco personas que acudieron al entierro de un guardia civil previamente asesinado por un pistolero de izquierdas.

Cambio de destino del capitán Cortés  de la Guardia Civil.

En este estado de cosas se encontraba el capitán Cortes en julio de 1936 en la ciudad de Jaén. Nuestro protagonista tenía destino en la Comandancia como cajero (pago de nominas, gastos, etc), cargo que se le había asignado para alejarle intencionadamente de actividades operativas debido al malestar existente en el entorno de las esferas políticas de izquierda del momento por sus actuaciones en el restablecimiento del orden público.

El capitán Cortes, en su nuevo destino como  responsable de la caja de la comandancia de la Guardia Civil de Jaén, pudo sentir la impotencia de ver como el desorden era tolerado en todas partes y como con ello aumentaban los asesinatos y se hacía peligrar la  paz social por la que tanto había luchado el benemérito Cuerpo. Además, comenzó a temer por su vida y por la de su propia familia, como le sucedía a muchos de sus compañeros de armas. El estar acuartelados y sin intervenir no evitaría que las turbas revolucionarias se ensañasen también con ellos (tal y como sucedió tiempo atrás en la comandancia de Asturias, donde fueron asesinados cientos de guardias civiles y sus familiares tras ser asaltados decenas de cuarteles de las cuencas mineras).

Restablecimiento del orden público por la Guardia Civil

La Guardia Civil con ocasión del restablecimiento del orden público

Hay que tener en cuenta, además, que nuestro héroe, no mucho tiempo atrás, tuvo que reprimir manifestaciones violentas, consiguiendo restablecer el orden público y evitar la muerte de personas inocentes. En una de ellas participaron destacados diputados socialistas de relevancia nacional, siendo ellos mismos los que precisamente instigaban a los masas a los desordenes. Cortés no dudó en detenerlos, acabando con los altercados. Este hecho fue razón suficiente para que estos políticos consiguiesen que se  le cambiase de destino.

Por ello y por muchas más actuaciones del capitán Cortés y de la Guardia Civil en general, sus miembros, y hasta las propias familias, estaban marcados como objetivo a liquidar, especialmente si comenzaba la revolución que venían anunciando las izquierdas. La Guardia Civil era en aquel momento la primera y la única línea de defensa de la legalidad.

anarquistas armados por orden del Gobierno de la Segunda República

La persecución de la Guardia Civil. Estalla la guerra civil.

Como ya hemos relatado, la situación de los guardias civiles y sus familias en Jaén era bastante complicada. Los desordenes aumentaban exponencialmente en las poblaciones y campos de Jaén y los alborotadores cada vez tenían más armas y estaban más violentos. Estos se ensañaban con todo aquel que pudiese ser un obstáculo para  su ansiada revolución. Se pasó del insulto personal y del acoso en las calles a las familias de los guardias civiles, a la toma de cuarteles en las poblaciones cercanas a Jaén, al representar el bastión del orden y la legalidad.

Ante la situación que se estaba dando, parte de las fuerza del Cuerpo desplegada en la provincia de Jaén fue concentrada en la capital, junto con sus familias (en la inteligencia de evitar lo sucedido en otras comandancias donde poco tiempo atrás fueron tomados uno a uno todos los cuarteles y asesinados los guardias y sus familias). Así fue como quedó abandonaba a su suerte multitud de poblaciones que vieron como las fuerzas del orden salían de sus localidades, quedando todas ellas a merced de la voluntad de los nuevos señoritos: los revolucionarios libertarios.

Este repliegue táctico de la Guardia Civil tras el estallido de la guerra civil (que se encontraba atado de pies y manos por el propio Gobierno) no fue exclusivo de Jaén. Sucedió igual en otras provincias, como en Toledo, Oviedo… Con ello, se evitaba la vulnerabilidad de la fuerza que se encontraba encuadrada en pequeñas unidades por los campos.

Cortés con cuatro de sus cinco hijos (nació uno durante la guerra)*

El aparato del Estado al servicio del crimen. El asesinato del jefe de la Oposición.

El 13 de julio de 1936, la escolta del Presidente de Gobierno de la Segunda República se personó a media noche en la casa del jefe de la oposición. Con la excusa de llevarlo a la Dirección General de Seguridad, lo sacaron de su vivienda para a continuación pegarle dos tiros en la nuca. Este hecho fue la imagen más clara de la situación de deterioro en la que se encontraba inmersa la República y fue la gota que colmó el vaso de las derechas. Desde ese momento, y a pesar de la censura que reinaba en los periódicos, el destino de España estaba marcado.

Solo cuatro días después del asesinato de José Calvo Sotelo, Melilla iniciaba la sublevación militar contra la Segunda Republica. Al momento se sumó el general Franco y otros oficiales del Ejercito. No obstante, la mayoría de los Oficiales Superiores y Oficiales Generales con mando permanecieron files a la Republica, por lo que España quedó dividida. En Jaén la Guardia Civil era la fuerza más importante, y decidió el Jefe de la Comandancia, permanecer a la espera de acontecimientos.

Tras el levantamiento nacional en parte del territorio, Franco lidera la sublevación.

La salida de Jaén. El convoy del capitán Cortés al Santuario.

Aprovechando la confusión del momento tras el estallido de la guerra civil, el capitán Cortes preparó, junto a otros oficiales del Cuerpo, un convoy de guardias y familiares para salir de la ciudad, al no considerarla segura. El motivo que más pesó fue el hecho de que el Gobierno de la República había decidido entregar armas al pueblo, ante el riesgo que suponía que las fuerzas del orden y el resto del ejercito en Jaén se uniese a los sublevados. Igualmente influyó en la decisión de Cortés el hecho de que el Gobierno dividió las fuerzas del Cuerpo, enviando columnas de guardias civiles a distintos frentes. Con ello quedaba mermado el número de efectivos presentes en la capital. Por otro lado, había noticias de que se estaba barajando la posibilidad de que la Guardia Civil entregase las armas propias para su posterior reparto entre los grupos sindicales y obreros. 

Con todo ello se iba reduciendo la posibilidad de defensa ante un ataque de las turbas que cada vez se mostraban más violentas y que ya se encontraban armadas por todo Jaén.

El convoy salió de Jaén y se dirigió a la sierra de Andújar, en sierra Morena (Jaén), lugar donde se encontraba el Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de la Cabeza. Este santuario había sido abandonado precisamente por las persecuciones que se estaban produciendo contra religiosos. El lugar presentaba, por su oleografía y lejanía de las poblaciones, una oportunidad de tranquilidad y de defensa que no tenían los guardias civiles en la capital jienense en caso de recibir la visita de las turbas armadas.

Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza, Andújar Jaén.

Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza, Andújar (Jaén)

Un convoy de mujeres y niños. Los otros protagonistas

La operación de abandono de Jaén fue todo un éxito y las milicias anarquistas y socio-comunistas y demás grupos descontrolados que alimentaba el Gobierno frente populista de la Segunda República no llegaron a comprender las verdaderas intenciones que tenía Cortés y sus compañeros. Ello facilitó la tranquilidad de la marcha de la ciudad.

Así fue como el capitán consiguió llegar a la sierra de Andújar, con unos 200 guardias civiles más 1000 civiles entre mujeres, niños, ancianos, parientes y otros individuos. Además de las esposas e hijos de los guardias civiles que formaban parte del convoy, también les acompañaban las esposas y los hijos de aquellos compañeros que habían marchado al frente. La razón era sencilla. Estos familiares tenían miedo a que fuesen ajusticiados por las milicias republicanas, ya que sus maridos habían marchado obligados al frente por orden de las autoridades republicanas, y era previsible que estos guardias civiles no tardasen en pasarse al bando nacional a la primera oportunidad. 

Guardia Civil y familia Superviviente asedio Santuario Virgen de la Cabeza

Fotos de los supervivientes tras la finalización del asedio

Al convoy se unieron además otras personas no pertenecientes al Cuerpo, conocidos o simplemente gentes que estaban siendo escondidas porque eran perseguidas por sus ideas políticas o por sus prácticas religiosas. Estas personas eran las menos, pero los pocos que fuesen  fueron ocultados en el contingente.

Los primeras semanas en el Santuario. La tensa espera.

La intención inicial del capitán Cortés y del resto de guardias civiles, era pasarse al bando nacional mandado en ese  momento en Andalucía por el general Queipo del Llano (Posteriormente asumió el mando de todo el bando nacional, el general Franco). No obstante, debido a razones logísticas, consideraron que permanecer en el Santuario era la mejor opción. Procedieron a preparar la defensa del Santuario y de las zonas colindantes, tomando las cotas más altas y convirtieron aquel lugar en un campamento provisional de refugiados. Igualmente se procuraron provisiones y víveres suficientes para unas cuantas semanas. 

Durante las primeras semanas, la situación era de tensa tranquilidad en el campamento, a espera de noticias del bando nacional. Al lugar llegaban distintas personas de la provincia que venían huyendo de las milicias y turbas armadas. Así, poco a poco fue creciendo el número de refugiados, ya que el campamento aceptaba toda persona de bien que fuese perseguida.

La defensa del Santuario. “La epopeya del silencio.

Fue solo cuestión de tiempo que las autoridades locales y provinciales de le República comprendiesen las verdaderas intenciones del capitán Cortes y de sus guardias civiles. Al mes de la salida de la capital comenzaron a llegar emisarios y milicias armadas. Al ver las autoridades republicanas que el campamento se mantenía en rebeldía y no se sometía al control de la república, negándose a entregar de las armas, comenzó el envió de columnas armadas. 

La República comenzó el sitio del lugar e instaron a la rendición de los nuevos inquilinos del santuario. En un principio llegaron a combatir contra los defensores del Santuario unos 1000 milicianos fieles a la Republica, pero eso no fue suficiente para doblegar a los doscientos guardias civiles que defendían el campamento. 

Tras sietes meses de asedio, por allí pasaron más de 12.000 hombres del ejecito popular republicano, que tardaron en derrotar la voluntad de aquellos hombres, mujeres y niños nada más y nada menos que ocho meses. Así, con una resistencia numantina, sin ropa de abrigo en pleno invierno y comiendo en muchas ocasiones solo hiervas y ramas, el capitán Cortés protagonizó la mayor epopeya de la guerra civil, muy superior a la defensa realizada en Oviedo o en el Alcanzar de Toledo. (esta última duro menos de tres meses)

capitán Cortés defensa del Santuario Virgen de la Cabeza, tras siete meses de asedio

Óleo representativo de la defensa del Santuario

“La Guardia Civil muere pero no se rinde”

Durante la resistencia del santuario mandó el capitán Cortés colocar un tablero en el cementerio improvisado donde se iba dando sepultura a los guardias civiles que iban cayendo. Este rezaba con la conocida frase de “la Guardia Civil muere, pero no se rinde”. Allí se encuentran los cadáveres del 70% de los guardias civiles que iniciaron la defensa. Dicha frase prevalece hasta nuestro días, como un lema del Cuerpo.

La Guardia Civil muere pero no se rinde

 

La vida en el campamento. La ayuda del bando nacional.

El establecimiento de un campamento en el santuario se había proyectado solamente para unas semanas. Se tenía la esperanza de que las tropas nacionales alcanzasen pronto las posiciones cercanas y así quedase liberado el Santuario del dominio rojo. La realidad fue bien distinta. La sierra de Andújar no tenía para el bando nacional ningún interés estratégico. Liberar el santuario representaba perder hombres y material bélico que hacían falta en otros escenarios de la guerra. 

Al mismo tiempo, la propia existencia del Santuario y su defensa, resultaba ser beneficioso para los intereses de los nacionales, ya que dicho lugar distraía importantes tropas republicanas de otros frentes. Así, el tiempo fue pasando, y el santuario no vio llegar nunca a sus liberadores.

Pronto se agotaron las provisiones y los víveres, y una vez sitiado, solo se dependía de los envíos que regularmente lanzaban los nacionales a través de una avioneta. Conocedor el bando nacional de la precaria situación de los sitiados, mantuvo un puente aéreo más o menos constante, pudiendo realizar lanzamiento de los materiales más necesarios, especialmente comida. Muchas veces los lanzamientos caían en zona batida por el fuego o directamente en zona enemiga, por lo que la situación se volvía insostenible.

Superviviente asedio Santuario Virgen de la Cabeza

Superviviente del asedio con sus hijos tras caer la posición en mayo de 1937

El volumen de los defensores no siempre disminuyó, si no que en alguna ocasión aumentó, al pasarse a lado de los sitiados algunos atacantes. Eso dificultó más si cabe la situación, ya que no había alimento para todos, por lo que muchos de los sitiados murieron desnutridos o enfermaron al comer hiervas, plantas y ramas no comestibles. 

Ni que decir que la enfermedad y el frio también hizo mella en los defensores. Hay que pensar, que los sitiados se refugiaron en el lugar en pleno verano, y llegaron la  mayoría con lo puesto. El invierno fue…duro no, lo siguiente, y más en un lugar ubicado en medio de sierra morena.

guardias civiles prisioneros santuario virgen de la cabeza Jaén.

Guardias civiles supervivientes hechos prisioneros.

Un receptor de radio y las palomas mensajeras. Las comunicaciones del capitán Cortés.

El capitán Cortes contactaba principalmente con el bando sublevado a través de palomas mensajeras que le eran lanzadas en jaulas desde las avionetas nacionales. En ellas pidió insistentemente el auxilio para evitar rendir la posición. No obstante, nunca realizaron los nacionales ningún esfuerzo en este sentido, manteniendo únicamente el envió aéreo de los artículos más básicos y necesarios, que claramente eran insuficientes. Las cartas enviadas por Cortés eran de verdadera desesperación ante la creciente fuerza de los ataques a las posiciones del campamento y la situación de hambruna de los sitiados. 

Por otro lado se contaba con un receptor de radio, que jugó un especial papel en la moral, ya que desde Sevilla, el general Queipo del Llano, animaba a los sitiados a aguantar ante su próxima liberación.

Muchos de los mensajes entre Cortés y el bando nacional se conservan. Son textos de gran heroísmo y esperanza en la victoria hasta la muerte. Todos los dirigidos por Cortés al general Queipo del Llano ruegan por lo más básico para las mujeres y niños que acompañan a los sitiados. En ellos queda claro que todos los allí sitiados estaban dispuestos a morir hasta la muerte y que el sufrimiento era indescriptible. Más información del diario de operaciones y mensajes por palomas mensajeras aquí.

capitán Cortés Guardia Civil Santuario Virgen de la Cabeza

El Comité Internacional de Cruz Roja. Franco pide que rinda la posición.

Ante la imposibilidad de la liberación del santuario por el bando nacional, el mismo general Franco hizo gestiones internacionales para que allí se desplazase la Cruz Roja Internacional. Así consta en los mensajes que recibía Cortés del bando nacional. Tras conseguir que esta organización llegase al lugar, no sin importantes reparos por parte de la Republica, Franco pidió a través de varios mensajes a Cortes que rindiese la posición en presencia de dicha organización internacional. Intento hacerle ver que la presencia del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) en el lugar garantizaba suficientemente la vida de los defensores, y en todo caso no merecía la pena arriesgar la vida de cientos de mujeres y niños por una posición sin valor estratégico alguno. 

No obstante, Cortés, no terminó de confiar en las negociaciones que se realizaron in situ por el emisario del CICR y desistió finalmente de rendir el campamento por el miedo a represalias del bando republicano. Las condiciones que traían los emisarios, impuestas por las autoridades republicanas, hacían recelar al capitán Cortés de que estas se cumpliesen, por lo que decidió luchar hasta la muerte junto a las mujeres y niños. 

Comité Cruz Roja Internacional Santuario Virgen de la Cabeza

Algunos han afirmado que el capitán Cortés no era más que un loco, pero muchos pensamos que le pudo más el temor de los hechos vividos en el pasado y de las represalias que tuvo conocimiento que se estaban produciendo en la retaguardia de la zona republicana. En todo caso, actuó en la inteligencia de que serviría mejor a la causa nacional resistiendo, que cediendo la posición sin garantías suficientes. Por otro lado, las penurias y el sufrimiento propio y ajeno no pesaron más que el honor del uniforme que vestía.

Mientras el general Franco le instó a la rendición en varias ocasiones, contradictoriamente el general Queipo del Llano le instaba a lo contrario (este no terminaba de respetar la autoridad del general Franco, dominando el ejercito nacional del Sur. De hecho se le puso el apodo de “Virrey de Andalucía”). Queipo del Llano trasmitía insistentemente por radio: “El Santuario no se rinde”, animando con ello a los defensores a aguantar ante su previsible liberación. Con ello conseguía también subir la moral del bando nacional, que se encontraba en plena ofensiva de la zona denominada roja.

Así, Cortés y sus guardias civiles decidieron luchar hasta la muerte, en una inferioridad aplastante, carente de armas, municiones, alimento y abrigo. Con su sacrificio no solo ayudó a ganar la guerra al bando sublevado, si no que fue un ejemplo de fe y sacrificio para los alzados contra la Segunda Republica. 

El final del asedio. El capitán Cortés cae herido de muerte.

Tras más de siete meses de asedio, combatiendo contra un ejercito fuertemente pertrechado y apoyado por artillería, aviación e incluso de tanques, el santuario irremediablemente cayó. Pero, como ya hemos adelantado, no fue fruto de una rendición, si no de la falta de municiones y brazos que pudiesen levantar un fusil. La caída de la posición se produjo únicamente tras caer herido de muerte el capitán Cortes, por lo que se puede afirmar que nunca rindió el Santuario. 

Capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés herido de muerte

Última foto capitán Cortés, hecho prisionero y horas antes de morir

Había sido herido varias veces anteriormente, pero el 1 de mayo de 1937, la metralla de una granada destrozo su vientre , cayendo mortalmente herido. Cuando las tropas republicanas tomaron el Santuario  solo se encontró debajo de sus piedras a un puñado de guardias civiles malheridos y sin municiones y a cientos de mujeres y niños hambrientos y atemorizados por el miedo a las represalias de lo que propio capitán Cortés llegó a calificar como “la canalla roja”

En esta ocasión no fue así, ya que en el lugar y debido a la resistencia numantina que se produjo, se trasladaron distintos corresponsales y periodistas, además del personal de la Cruz  Roja Internacional. Las fuerzas republicanas respetaron la vida de los sitiados, lo que no evitó que muriese a las pocas horas nuestro valiente capitán. Con él se fue lo mejor y más valiente del Cuerpo de la Guardia Civil. Firme defensor del orden y siempre fiel a los propósitos del uniforme que se le entregó.

Con él y el puñado de guardias civiles que defendieron la posición se hicieron realidad las celebres palabras que pronunció antes de la fundación del Cuerpo el Duque de Ahumada “servirán más y ofrecerán más garantías de orden cinco mil hombres buenos que quince mil, no malos, sino medianos que fueran”

Santuario destruido tras asedio republicano

Estado en que quedó el Santuario tras más de siete meses de asedio.

Sois unos valientes como el Jefe que os mandaba. Con 200 como vosotros llegaba yo a Burgos.

Las fuerzas republicanas que mantuvieron sitiadas el Santuario fueron mandadas por el Teniente Coronel Antonio Cordón. Este, a pesar de ser conocido comunista, llegó a decirles a los guardias civiles que sobrevivieron, una vez hechos prisioneros: “sois unos valientes como el jefe que os mandaba. Con 200 como vosotros llegaba yo a Burgos”. En Burgos estaba el Cuartel General de Franco. No sabemos si esta frase, que ha quedado para la Historia del Cuerpo, era simplemente un alagó al valor, o un reproche a su propio ejercito, que necesitó 7 largos meses para vencer a un puñado de guardias civiles.

La desaparición de la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena.

En aquellos tiempos de persecución religiosa como nunca se había conocido antes en España, el tener una imagen religiosa era mucho más que un delito. Este simple hecho podía suponer razón suficiente para considerar a una persona fascista, y ser pasado por  las armas.

Durante todo el asedio presidió el altar del Santuario una imagen conocida como Virgen de la Cabeza. Está fue testigo silencioso de los sufrimientos de todos los allí refugiados. Cuando se vislumbró la irremediable caída del Santuario, el capitán Cortés decidió esconder la imagen. El motivo era que no fuese profanada por los republicanos. A día de hoy todavía se desconoce donde esta enterrada o en que lugar fue escondida, pero ahí debe encontrarse. El capitán Cortes se llevo consigo el secreto, y si bien Cortés no pudo salvar todas las vidas que le hubiese gustado de la barbarie, si pudo salvar a la Virgen de Sierra Morena.

Representación de la Virgen de la Cabeza original

La disolución de la Guardia Civil. Franco se echa para atrás.

De muchos es conocido el hecho histórico de disolución de la Guardia Civil en el bando republicano. La Segunda República al poco de estallar la guerra, decidió disolverla e integrarla en la Guardia Nacional Republicana. Lo que no es tan conocido es el hecho de que Franco quisiese disolverla también. 

Aunque pueda parecer incomprensible para el lector de este artículo, la disolución del Cuerpo estuvo muchos años en la mesa del general Franco y de hecho el decreto estaba confeccionado a falta de firma. Así lo aseveran distintas fuentes orales dentro del propio Cuerpo. El motivo de querer disolverla radica en que Franco no aceptó la posición que tomó el Cuerpo al inicio de la guerra civil, especialmente en Cataluña, Madrid y Valencia. En la mayoría de los lugares, la neutralidad del Cuerpo hizo que fracasase el levantamiento nacional.

La actuación de la Guardia Civil en favor del la República. El general Escobar.

En Barcelona, además, la actuación de la Guardia Civil fue especialmente favorecedora a los intereses de la república, lo que hizo que toda Cataluña se mantuviese fiel al Gobierno. En este caso destacó el general Escobar, hombre de honor, que con su leal actuación al gobierno de la Republica hizo fracasar toda la sublevación. Las fuerzas militares sublevadas allí, dijeron solo entregarse a la Guardia Civil, la cual no pudo evitar el posterior linchamiento y muerte de todos ellos por los grupos sindicales y anarquistas que habían sido armados. 

Una vez terminada la guerra, Franco no quiso conmutar la pena de muerte que dictaron los tribunales del Régimen en contra del general Escobar. 

Curiosamente se le condenó a Escobar por rebelión, cuando precisamente fue lo contrario de lo que hizo… pero esa es otra historia (al general Escobar dedicaremos otro de nuestros artículos próximamente). Como escribió el general antes de ser fusilado “Dios escribe derecho con renglones torcidos”

En conclusión, para el general Franco, la tibieza con la que actuó en toda España la Guardia Civil suponía razón suficiente para su disolución. Además, en las zonas donde fracaso la sublevación, en muy buena parte por la pasividad de la Guardia Civil, la represión de las izquierdas fue brutal. Las fuerzas del orden perdieron totalmente el control a los pocos días de ser amados los sindicatos y ya no se pudo protegerse la vida de inocentes. 

Nada más perder el control las fuerzas del orden, comenzaron a aparecer como setas, en todas las ciudades y pueblos de España, las famosas “checas” (centros de detención y tortura dirigidos por sindicatos o partidos políticos). La persecución y el asesinato de los que se consideraban facciosos o religiosos se institucionalizó. muchos de sus integrantes no solo persiguieron a sus adversarios políticos, si no que aprovecharon para robar y ajustar viejas cuentas a enemigos personales. Con la desaparición de la Guardia Civil, desapareció la ley y el orden.

Todas estas circunstancias pesaron mucho en el animo de Franco, que se había convertido en el Jefe el Estado, tras la victoria en la guerra.

La denominación dada al Cuerpo por los vencedores. La Guardia Roja.

En las altas esferas militares de los sublevados se llegó a denominar a la Guardia Civil como la “Guardia Roja”. La culparon de que el levantamiento nacional pasase de ser un golpe de estado rápido y eficaz, a convertirse en lo que fue la contienda bélica más cruenta de la Historia de España.

La realidad es que en los planes de los sublevados (organizados por el general Mola, conocido como el director) nunca se contó con la Guardia Civil. Desconfiaba de esta, ya que la misma era la encargada precisamente de vigilar los movimientos conspiradores contra la Republica. 

El cuerpo de la Guardia Civil era la principal fuerza policial de España y por tanto, al Gobierno de la Segunda Republica le llegaban la mayoría de las informaciones de las amenazas de sublevación a través de este. Así, no había apenas mando del Cuerpo involucrados en el complot para derrocar a la Segunda Republica. 

Visita de Franco al Santuario. El sacrificio hecho epopeya.

Como hemos dicho anteriormente, todo esto hizo a Franco considerar a la Guardia Civil como desafecta al movimiento nacional. La  misma tradición oral que dice que Franco iba a disolver la Guardia Civil, también dice, que tras su visita al Santuario, y tras conocer de primera mano la heroica defensa que realizó Cortés con sus guardias civiles, quiso dejar aparcada por el momento el decreto de disolución.

visita Franco Santuario Virgen de la Cabeza, Andújar, Jaén.

Visita del general Franco, tras acabar la guerra, al Santuario

El martirió y sufrimiento de aquellos guardias civiles, que se podía respirar en el lugar, junto a los supervivientes allí presentes, le llevo a posponer la decisión.

Con el tiempo, el decreto quedó olvidado en un cajón o una mesa. Se asignó por aquellos tiempos a la Guardia Civil la lucha contra los maquis, donde tuvo grandes éxitos. Murieron centenares de guardias civiles en las refriegas contra los maquis, que no eran otra cosa que guerrilleros republicanos huidos por los montes por miedo a ser ajusticiados por los nacionales. Muchos dicen que la asignación de este cometido, propio del ejercito, fue el castigo que puso Franco a la Guardia Civil por la tibieza que mostró en el inicio de la sublevación militar. 

Sea como sea, la Guardia Civil no fue disuelta, permaneciendo hasta hoy intacto su honor, su espíritu de servicio, de respeto a la ley y al orden, con disciplina y lealtad.

El Capitán Cortés. Concesión de la Cruz Laureada de San Fernando.

Podemos decir, por tanto, que si el Duque de Ahumada creó la Guardia Civil, nuestro capitán evitó con su heroica acción la desaparición de la obra del Duque de Ahumada. Franco reconoció al capitán su valentía y heroicidad concediéndole tras su muerte la Cruz Laureada de San Fernando, máxima distinción militar de España. Igualmente, y con carácter colectivo fue concedida la Laureada a todos los que resistieron el asedio.

Capitán Cortés con uniforme de Gala

Cortés, con uniforme de gala de capitán de la Guardia Civil, con la Cruz Laureada de San Fernando. Al fondo abajo a la derecha el Santuario.

Durante muchos años el capitán Cortes figuró como número 1 del escalafón de los capitanes de la Guardia Civil. Era raro el Cuartel de la Guardia Civil que no tuviese un retrato suyo o un recuerdo de la gesta que protagonizó. No obstante, poco a poco esos recuerdos han sido borrados o escondidos en los cuarteles, dejándose de recordar institucionalmente la epopeya por ser incomoda para la clase política reinante, que sentía o siente su memoria como una amenaza.

Para él y para todos aquellos guardias civiles que han procurado ser, a pesar de las dificultades, un pronostico feliz para el afligido (incluido el general Escobar)… para todo ellos va dedicado este artículo.

D. Sánchez

LOS OTROS PROTAGONISTAS

 

Hemos intentado ser lo más exactos con la realidad. Cualquier información que quiera aportar, o error que observe, se valorará para su inclusión/modificación. info@aspirantes.es Muchas Gracias.

* Centro de Fotografía Histórico de la Guardia Civil.

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